Job 29:12 – 17. Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador.
La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,
Y al corazón de la viuda yo daba alegría.
Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud.
Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo.
A los menesterosos era padre,
Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia;
Y quebrantaba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa.
Como embajadores del Reino, miembros del cuerpo y buenos administradores de la gracia, estamos llamados en este momento a:
- Hablar por los que no tienen voz.
- Alimentar a los que tienen hambre.
- Proteger a la viudas.
- Amparar a los huérfanos.
- Visitar a los presos.
- Vestir al desnudo.
- Socorrer a los sin techo. (Nuevos refugiados climáticos)
- Defender el derecho de los humanos.
- Socorrer al extranjero. (Nuevos refugiados: La inmigración)
Reconocer el momento y la situación social en la que nos encontramos.
¿Por dónde se ve a la iglesia en todos estos temas tan graves?
Siempre leí en Las Sagradas Escrituras la cuatro categorías que a lo largo y a lo ancho de la Biblia Dios nos recomienda: Pobres, huérfanos, viudas y extranjeros.
Pero esto se ha agravado cada vez más y las respuestas quedan cortas.
Cada día oro por estos necesitados y cerca de nosotros, tratamos de ayudar a otros y cada vez que vemos hacerlo ayudar a los que se ocupan en otras partes de la obra que Dios nos ha encomendado.
Llamamos a todo el liderazgo a levantarse en esta iglesia con una MISIÓN INTEGRAL, que pueda atender y cuidar sabiamente e integralmente al ser humano.